2 de julio de 2018

Pigüé: amenazas, ritos satánicos y silencio en nombre de San La Muerte




“Muchos tienen terror de hablar. No quieren ser identificados por estos personajes que dicen venerar a San La Muerte o están vinculados a rituales satánicos y brujerías, que juegan con sus creencias y temores más profundos”.



Anahí González
agonzalez@lanueva.com



La frase pertenece a Eugenio (Rosco) Favre, presidente del Foro de Seguridad de Pigüé, quien la semana pasada dio a conocer la existencia de vecinos —aunque sin revelar la identidad públicamente— que indicaron haber sido amenazados, mediante mensajes y otro tipo de acciones intimidatorias, por personas que pretendían recibir dinero a cambio.

Los casos ascendían a cinco y, en las últimas horas, se relevó otro testimonio.

“Una chica me dijo que a una amiga le tiraban cosas en la puerta para que se asustara y dejara la casa”, cuenta. Al parecer, alguien quería alquilar esa vivienda y había contratado a personajes que hacen este tipo de “trabajos” de brujería, macumba, invocación de fantasmas y magia negra, para echarla.

Favre empezó a difundir estos testimonios luego de recibir el llamado de una persona que se animó a hablar. A partir de allí surgieron los demás nombres de las víctimas y sus situaciones.

“El problema es que estas cosas no toman estado público. Cuando le preguntás a alguien por qué no lo contó antes, te dice: '¿Yo qué iba a decir? ¿que me aparecían fetiches o una gallina muerta en la puerta?”, sostiene.



Eugenio Favre, presidente del Foro de Seguridad de Pigüé.

“Ahora que todo se hizo público, hay una catarata de gente que dice: 'A mí también me pasó”, comenta. La denuncia es de personas que trabajan en Pigüé y en los pueblos vecinos.

“Les hacen un manejo psicológico, les dicen: 'Acá tenés malos espíritus. Vamos a matar a una gallina en tu habitación, poner su cabeza en un frasco y con eso vamos a concentrar ahí a los espíritus malignos”, comentó.

Y la gente lo hace. “Los inescrupulosos te van probando. Si vos accediste a matar una gallina o un gato y a cortarle la cabeza en tu habitación y la ponés en un frasco, ellos confirman cuán convencido estás”, asegura. Lo mismo sucede si —según Favre— entrás en el cementerio de noche para sacar tierra de una tumba.

“Para ellos es la confirmación de que el poder que están teniendo sobre vos va en aumento. De ahí a pedirte 50 o 100 lucas (sic), hay un paso”, dice.

Estas acciones son tomadas como pruebas para convalidar el poder de convencimiento que tienen sobre las personas. Y una vez que lo saben, lo usan en su favor. “Los van preparando y midiendo. Y a medida que accedés, entrás en un círculo vicioso en el que te hacen creer cualquier cosa y hacer cualquier cosa”, dice.

“Muchos manochantas (sic) se aprovechan de la desesperación de la gente ante la enfermedad propia, o de un familiar para brindar una supuesta ayuda espiritual”, comenta.


Favre sostuvo que no aún se han hallado altares públicos de San La Muerte, pero que hay mucha gente que “se quiebra” y no sabe qué hacer cuando no puede seguir cumpliendo con lo que estos supuestos hechiceros les piden.

Determinó que no hay un solo personaje, sino varios y que no todos están vinculados a San La Muerte, sino a la magia negra y a otro tipo de rituales. Favre asegura que esta devoción a San La Muerte es exportada del conurbano bonaerense, donde se lo considera el Santo Protector de los delincuentes.

“Una mujer me habló de que le habían hecho un trabajo con el péndulo. Le hice el mismo trabajo y adiviné su documento y el de la hija. Se quedaron asombradas. Me creían todo. Después le dije: '¿Sabés que fácil es encontrar tu número de documento por internet?' Ahí le abrís la cabeza a la gente”, manifiesta. Hasta el momento, solo una de las personas que brindó testimonio hizo la denuncia ante la Justicia y eso permitió que se librara una orden de restricción a las víctimas.

“Hay gente que hace publicidad, por radio, de unión de parejas, limpieza de casas y campos. Esa es la entrada. Así empieza. Si le das plata de buena voluntad porque creés en lo que te dice y te dice lo que querés oír, no hay delito; el problema surge cuando llegan las amenazas”, dice.

Frases como: “Si no me das lo que te pido, voy a liberar los espíritus en tu contra”, aterrorizan a quienes creen. "No podés ir a un juez y decirle que alguien amenazó con enviarte al infierno. No son causas fáciles de armar. Es un tema muy delicado”, evalúa.

En definitiva, hay que ver en qué lugar dejan una grieta para entrar con la ley.
“El bien no se cobra”

“El mensaje que me interesa que llegue es que hay libertad de cultos. Cada uno puede creer en lo que quiere. Es lo que nos diferencia de los animales. Hay que creer en algo, pero el bien no se cobra”, dice Favre.

Hay quienes le dicen a la gente que tal familiar se murió por culpa de “fulano” que le hizo magia negra, y le dan nombre y apellido, y después les piden plata para hacer la contraofensiva.

"¿Cómo lo plasmás en una denuncia? ¿quién denuncia? ¿cuál es el delito? Si vos vas y pagás porque querés. La gente pone lo que no tiene en estas cosas”, dice.

La veneración en la cárcel

Tenemos un problema con la gente de la cárcel, son muy devotos de San La Muerte y tienen sus propias iglesias y sectas adentro”, dijo Favre.

Definió una secta como un grupo de gente con doctrinas que se apartan de las tradicionales, de carácter secreto para los que no pertenecen y que por lo general son destructivas para los seguidores.

“Hay ciertos pastores, que los podemos tomar como tales, porque dan charlas abiertas y te cobran el diezmo, y está en vos pagarlo o no, no hay una ecuación para sacarte plata”,dice.



Imagen de San La Muerte. / Foto: Youtube

“Pero cuando no se sabe quienes son los miembros, cuando hay que poner plata para avanzar en la “religiosidad” y te piden un bono mensual obligatorio –en la cárcel es un porcentaje cigarrillos o tarjetas de teléfono- es una cuota que no se sabe a quién va ni quiénes son los otros miembros de la organización ahí hablamos de una secta”, indica.

Mencionó que existe un movimiento evangélico que trabaja muy bien y aparta a los reclusos de la mala vida a través de la religión.

“¿Cómo filtrás aquellos cultos que ayudan de aquellos otros que son ficticios? Hay quienes relatan que una de las cuotas de iniciación que tienen que pagar es entregar a una chica menor al pastor para que tenga relaciones sexuales para habilitarle el paso a la felicidad y así luego este pueda resolverle los problemas”, dice.

También se usa el modo extorsivo para que los que están afuera hagan el trabajo que pide el pastor o el grupo porque un primo, hermano o hijo están en la cárcel.

Es gente que viene de Buenos Aires, trae el culto y este modus operandi.

.lanueva.com
Escuchá la Programación de la radio: