
La cuarentena en “La Nueva Esperanza”, la colonia más ortodoxa del país, se cumplió con reglas propias: las tranqueras de acceso se cerraron con candados, pero puertas adentro siguió la actividad. Tanta, que tienen un enorme stock de silos e implementos agrícolas y un container repleto de quesos y mozzarella.
“Uuuh… la pasamos mal. No podíamos vender. Fabricamos pero no salía nada. Tenemos cuatro galpones llenos”, dice y señala a sus espaldas. Con la marca “Los 8 hermanos”, instala galpones y naves productivas en todo el país. “El más grande, un galpón de New Holand en Laboulaye”, cuenta. A su lado están Isidro (10) y Gerardo (4), dos rubios de ojos celestes y con pecas. Después llega Cornelio (18), uno de los ocho hermanos. Quedan seis conviviendo, porque los dos más grandes ya se casaron.
Juan cuenta que en este tiempo -por más que nadie faltó a misa un domingo- se acumularon las deudas. “Cobramos el 50% y compramos el hierro y la chapa. Pero la chapa aumentó mucho y no se pudo comprar”, explica.
Como no pudieron entregar, no pudieron comprar. “Nos salvaron las lecheras. Entregamos la leche y nos daban mercadería en la despensa”, explica.
En la Actualmente en la colonia –denominada “Nueva Esperanza”- viven aproximadamente 270 familias, unas 1.600 personas distribuidas en once parcelas, nueve de ellas habitadas. Y hay 120 talleres metalúrgicos, la actividad principal, que se enganchó en la llamada “segunda revolución de las Pampas”: fabrican semilleros, comederos para feedlots, silos, chimangos, carros. También hay una quesería y carpinterías, que hacen muebles de caldén por encargo.
En la colonia producen su propia ropa: mamelucos, camisas, gorras y camperas para los hombres y polleras, camisas mangas largas (hasta la muñeca), sombreros y medias paras las mujeres. Un vecino de Guatraché destaca que “ahí no existen diferencias, no hay desocupación, no vas a ver un basurero juntando la basura, nada de eso”.
David Loewen (29) vive con su esposa y sus dos hijos mellizos, un nena y una nena, de 4 años. Daniel posa junto a él para la foto.
“Tengo 5 lecheras. Producen 80 litros por día y gano unos 30 mil pesos por mes”, dice antes que el cronista pregunte. Entrega la leche en la quesería. Y tiene 13 hectáreas, casi lo mínimo de alguien que accede a la tierra. El propietario que más hectáreas acumuló, tiene 300.
Pero David también es empleado en una metalúrgica. “Trabajo de 7.30 a 11.30. Y de 13 a 19. Las diez horas que hay que trabajar”, afirma. No duda ante la pregunta si no es cansadora esa rutina: “Para descansar está el domingo”, responde con una sonrisa.
(La Sonica)