Ya pasaron cuatro meses de las copiosas lluvias e inundaciones que pusieron en jaque al sector productivo de la zona de San Miguel Arcángel, Esteban A. Gascón y el norte de Puan.
Fotos: Rodrigo García-La Nueva.
Por Hernán Guercio / hguercio@lanueva.com.ar
Por ese entonces empezaron a difundirse noticias respecto de mortandad de animales, de tamberos que se veían obligados a tirar su leche debido a la imposibilidad de poder comercializarla, y hasta de establecimientos obligados a cerrar sus puertas.
Sin embargo, el bien conocido ingenio argento también afloró ante esta crisis. Y apareció el Bonditrac, un vehículo que parecía haber salido de un viejo capítulo de Brigada A, y que hacía frente a la lluvia y a los caminos inundados y anegados.
Hoy, ese mismo vehículo lleva más de 100 viajes diarios a través de los caminos rurales del norte puanense y sur de Adolfo Alsina; y como se espera que el agua no se retire por varios meses, seguramente continuará en funcionamiento por un buen tiempo más.
Con este vehículo, hace ya cuatro meses que el tambero Pablo Jacquier pasa por sus dos tambos, donde carga la producción diaria de leche, y desde allí viaja hasta un punto de encuentro con el camión de alguna empresa lechera, para hacer la entrega.
“Tratamos de no andar con mucha carga, porque corremos el riesgo de hundirnos. Si bien tenemos ruedas grandes, no queremos arriesgarnos”, señala.
Se trata de un viejo colectivo Mercedes Benz 1114, de los pertenecientes a la vieja Lujanera, la línea que en Capital Federal hacía el trayecto entre Plaza Miserere y Mercedes, pasando por Luján.
La familia lo tuvo en el campo durante varios años, y cuando llegaron las inundaciones le encontraron un nuevo uso.
El motor y su transmisión son los originales.
El chasis y su carrocería sufrieron algunas modificaciones para acondicionarlo al uso en el campo: se reforzaron los elásticos para soportar el nuevo peso y las cubiertas de tractor; mientras que el carrozado se cortó a la mitad y en la parte trasera descubierta se sumó un plato de enganche para semirremolques.
Al primer intento de encendido, el viejo Mercedes brama fuerte, orgulloso. Jacquier lo acelera y lo conduce a través de arboledas, tranqueras, alambrados y animales que miran indiferentes.
“Ya están acostumbrados al ruido”, cuenta.
Adentro, en lo que queda de la carrocería, se conservan algunos asientos originales, ubicados sobre los laterales del vehículo.
En el medio, en lo que antes fuera el pasillo del colectivo, hay un compartimiento donde se guardan herramientas y, por supuesto, el equipo de mate. La radio funciona perfecto:
“He esperado al camión de leche hasta cuatro horas”, dice.
Después llega el momento del barro, de los vados, de los caminos imposibles para vehículos doble tracción convencionales.
A unos 80 centímetros de profundidad de agua, el Bonditrac funciona como si marchara sobre asfalto; en su interior, el agua empuja las puertas hacia adentro y llena las escaleras de ascenso y descenso.
“Lo hice con mis hermanos -cuenta Jacquier-, usando un viejo colectivo que teníamos en el campo. Lo cortamos para poder agregarle el enganche, y le pusimos las ruedas que tiene ahora para que pueda andar por los caminos inundados”.
Detrás se coloca el semirremolque, que cuenta con dos tanques que totalizan una capacidad de transporte de unos 10.500 litros de leche. Por supuesto, debido al estado de los caminos solo se llenan hasta unos 6.500 litros en forma diaria, para evitar que el vehículo se hunda en los suelos anegados.
“Dicen que el agua va a estar mucho tiempo para retirarse. Mientras funcione el Bonditrac podremos seguir sacando la leche. Lamentablemente, muchos productores tuvieron que cerrar sus tambos porque no tenían como hacerlo”, asegura.