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11 de agosto de 2015
Cinco millones de netbooks, cinco millones de historias
Con el objetivo de obtener información y evaluar los cambios y las continuidades producidas en las aulas, las familias y la comunidad en general a partir de la llegada de las netbooks, el Ministerio de Educación de la Nación, junto con quince universidades nacionales, realizó y presentó el segundo estudio evaluativo del Programa Conectar Igualdad. “Cambios y continuidades en la escuela secundaria: la universidad pública conectando miradas” es el resultado de 4.000 encuestas y más de 2.750 entrevistas realizadas a directivos, docentes y alumnos de 168 establecimientos educativos de todo el país.
El Programa puesto en marcha en 2010 por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, superó las 5.000.000 de netbooks entregadas y, tal como anunció en diciembre de 2014, logró que por primera vez haya brecha digital cero en secundarios públicos, escuelas de Educación Especial y en los institutos de formación docente. Los números, únicos a nivel mundial en su alcance, no dejan de asombrar. Pero tal vez la forma más elocuente de comprobar que el Programa es algo bastante más poderoso que artefactos entregados a alumnos y docentes, es asistiendo a un puñado de los testimonios que el informe recabó por todo el país.
De Ushuaia a La Quiaca, abundan las historias de inclusión social, educativa y digital. “Durante el embarazo, la netbook me salvó”, relata Abigail, una alumna adolescente de Florencio Varela que afrontó una maternidad temprana. “Tuve que dejar la escuela y con la compu pude completar y enviar los trabajos que me mandaban para no perder la regularidad”. A punto de terminar sus estudios secundarios, cuenta con orgullo que va a anotarse en la universidad. Y que, tal como sucede con tantas otras familias del país, la netbook se integró a la vida cotidiana de su hogar, ya que su madre y sus hermanas la usan para distintas tareas.
Junto con las máquinas, llegaron a las aulas propuestas novedosas que promueven nuevos intereses en los alumnos. En Purmamarca, una docente de Lengua y Literatura que no lograba que sus alumnos se interesaran en los contenidos que dictaba en su materia, les propuso que eligieran un poema que les gustara, y lo complementaran con imágenes y con música que ilustraran las sensaciones que les generaba esa pieza textual, a fin de construir un relato audiovisual. La timidez fue cediendo y la clase se tornó más dinámica y participativa, a la vez que la relación con los chicos ganó en fluidez.
A más de 3.000 kilómetros de distancia, en Río Gallegos, alumnos de una escuela industrial indagaron sobre energías alternativas, se enteraron de la existencia del biodisel y notaron que era viable producirlo en la escuela a través de un reactor y una planta portátil que diseñaron con las netbooks. Todavía más alto decidieron volar los chicos de una escuela técnica de Quilmes, quienes, con las netbooks, armaron un simulador que les permitió trabajar como si fuese un motor real de avión. Esto impacta en sus expectativas laborales, ya que los egresados de esa escuela pueden trabajar como técnicos de aviones en cualquier parte del mundo.
Con las netbooks, se introdujeron en el aula nuevas formas de aprender y de enseñar. Hoy en día, por ejemplo, resulta impensado aprender Física o Química sin la alianza de las netbooks para experimentar procesos que, dada su naturaleza abstracta, no podrían visualizarse o representarse en un laboratorio, y todavía menos en un pizarrón. “Se quebró la lógica de la repetición. Ahora los chicos son innovadores, pueden innovar, y cada cual prueba y desarrolla su camino”, señala Lisa, docente de una escuela de Santa Cruz en la que sus alumnos, entre otros inventos desarrollados con la ayuda de las netbooks, crearon un cinturón para no videntes que detecta, mediante ultrasonido, elementos ubicados adelante y a los costados de la persona, y se lo avisa por medio de sonidos y de vibraciones.
Libros digitales, programas educativos de Canal Encuentro, imágenes satelitales, software de robots, editores de audio y video, y herramientas para aprender a programar, o para hacer mapas conceptuales, entre otros, son algunos de los contenidos, software y aplicaciones incluidos en las netbooks, que cada vez se usan más, y que favorecen los procesos de aprendizaje.
La irrupción de las TIC en la vida moderna significó un antes y un después, pero más aún para las personas con discapacidad. Junto a la provisión de tecnología adaptativa, Conectar Igualdad lleva entregadas 153.318 netbooks en escuelas de Educación especial, lo que contribuyó a que miles de docentes y alumnos del país puedan enseñar y aprender con las netbooks. Desde que los equipos llegaron a sus vidas, chicos no videntes o con una discapacidad motriz, por ejemplo, pueden realizar la tarea sin que nadie los ayude.
Al permitir que los alumnos desarrollen conocimientos y los utilicen para mejorar su entorno, las netbooks se convirtieron también en un medio de transformación social. En Río Grande, Tierra del Fuego, alumnos las utilizaron para conocer y sistematizar las necesidades de sus vecinos y así crear un objeto tecnológico orientado a solucionar una problemática concreta de los asentamientos que rodean su escuela, en los que unas 2.000 familias viven en condiciones habitacionales precarias. Entre los objetos que construyeron figuran un lecho nitrificante, una heladera eólica, una cocina a leña y un sistema contra incendios.
“Hoy los chicos saben más que los docentes, y eso los obliga a capacitarse, a investigar y a formarse, lo que redunda en la mejora del sistema en general. Se empuja a avanzar a todos”, dice Pablo, vicedirector de una escuela de Santa Cruz. A partir de la implementación del Programa, se generaron nuevos espacios de formación que permiten al profesor redescubrir su función, sus estrategias didácticas y sus formas de construir el espacio del aula. Tras vencer cierta reticencia inicial a la llegada de las netbooks, Carlos, un docente formoseño de Historia, empezó a viajar a la capital de la provincia para capacitarse y terminó descubriendo nuevas formas de enriquecer sus clases y de vincularse con sus alumnos. Además de crecer en su profesión, la netbook le permite al docente romper las paredes del aula y compartir sus experiencias con otros colegas. Es el caso de la escuela santafecina Juan B. Bustos, donde los docentes crearon un “laboratorio pedagógico” en el que todos aportan lo que saben de manera colaborativa y en red. Así, en sus ratos libres, intercambian conocimientos sobre manejo de software, comparten experiencias que a los alumnos les resultaron motivadoras, y ayudan a los que buscan la forma de aplicar la netbook en el aula.
Las netbooks son, también, una ventana al mundo. A través de ellas, chicos y grandes pueden explorar el Museo de Ciencias de Londres o visitar de manera virtual las pirámides de Egipto; pero también comunicarse con estudiantes de Francia, como sucedió en Humahuaca, donde los alumnos crearon para tal fin un blog de intercambio lingüístico y cultural.
Hay tantas historias como netbooks, y alumnos, docentes y familiares que las usan a lo largo y ancho del país. Con cada netbook conectada, Argentina conecta inclusión, justicia y apuesta cada día a la construcción de un futuro mejor.
Nota publicada en Revista Argentinos.